Marga es una chica de 27 años, de cabello rubio y ojos marrones, es una chica muy normal físicamente hablando, estatura media, ni extremadamente guapa ni tampoco fea, lo que la gente de a pie llamamos “del montón”. Es muy simpática y muy buena chica, de hecho, es una de mis mejores amigas, pero tiene un problema enorme, o al menos, bajo mi punto de vista. Está obsesionada con una relación “como las de antes”, encontrar a su príncipe azul, casarse y tener dos hijos, vivir en una casa enorme en medio del campo y morir de viejitos cogidos de la
mano.
En fin, como podéis intuir, Marga estaba soltera, al menos casi todo el año, me explico.
En enero empezaba su objetivo de buscar a su príncipe, ¿Y por qué en enero? Pues porque era requisito indispensable celebrar el 14 de febrero juntos. Para Marga hay tres pruebas, tres días especiales e imperdonables si no le sorprenden. La primera, como ya os he dicho, es San Valentín, la segunda su cumpleaños, el 28 de junio y si la relación consigue superar el verano, llegaría la última prueba la Navidad.
Volviendo al tema, las ultimas “parejas” que había tenido no habían conseguido pasar la prueba de San Valentín. El último, ni siquiera le dijo de quedar ese día, así que podéis imaginar lo que tardó Marga en dejarlo. El anterior, le propuso ver una peli en casa con palomitas, para una servidora planazo, y más si las palomitas son dulces. Para Marga, una auténtica locura, impensable.
Ella, buscaba un chico que la tratase como una “princesa”, que le propusiera cenar a la luz de las velas y cosas de ese tipo, que, a mí, me gusta calificar como cursis, sin ánimo de ofender.
Bueno pues lo que iba a contar, este febrero, Marga está conociendo a Luis, llevan la “friolera” de dos semanas saliendo (wow) y se acerca la dichosa fecha.
Luis es lo que yo diría un chico “raro” y no por su físico, pues la verdad, es bastante atractivo,
cabello castaño, ojos claros, 1,85… pero es muy introvertido. Ha venido a casa un par de veces (si,
se me olvidaba comentaros, que Marga y yo vivimos juntas) la conversación más larga que
hemos tenido ha sido:
- Hola, ¿Qué tal Luis, como va todo?
- Bien, ¿Tú qué tal?
Le conté mi vida durante unos diez minutos más o menos, porque yo no me callo ni debajo del
agua y después, él añadió:
- Ah que bien, voy a ver a Marga.
Se levantó y fue a la habitación de ella.
Así que disculpadme si lo considero raro. Por el contrario, para Marga, es súper extrovertido y muy
sociable, siempre tiene tema de conversación, eso dice ella.
Llego el día. 14 de febrero. Marga entró en mi habitación como un huracán.
- ¡Despierta, despierta!
- ¿Qué pasa?
- ¡Es el día!!
- ¿Han venido los reyes?
- No, idiota, es San Valentín, ¡venga levanta!
Sinceramente, no tenía ningún tipo de plan, ni nada que hacer, era domingo, por lo que la excusa de ir a trabajar no me iba a servir, y quedarme en la cama hubiera implicado aguantar a Marga más de media hora chillándome y maldiciendo lo mala amiga que soy, así que, decidí levantarme e
ir a desayunar con ella. Fui al comedor, Marga había hecho el desayuno, bueno, más bien había preparado un banquete.
Tortitas, tostadas, fruta cortada, bizcocho, tarta, zumo, batido…
¿En qué momento había preparado todo? ¡Si eran las ocho de la mañana!!
- Espero que tengas hambre, no he podido dormir, llevo toda la noche cocinando, he
preparado también cosas para Luis.
¿Cuándo había cambiado Marga? Ella NUNCA hacía nada, a ella le gustaba esperar y que el chico le sorprendiera.
Al terminar de desayunar, Marga se fue a la ducha, no sin antes, dejarme claro que iba a necesitar mi ayuda para elegir modelito y “tunearla”. Respiré profundamente, pues todo apuntaba a que me esperaba una larga mañana.Después de varios intentos, dimos con el outfit perfecto. Falda de cuero negra, botas negras hasta la rodilla y top blanco de encaje, estaba espectacular. Le ondulé el pelo y la maquillé lo más natural posible, estaba radiante.
Mientras le estaba dando los últimos retoques, le llegó un mensaje al móvil, era Luis.
- Hola mi amor, sé que hoy es un día muy especial para ti, pero me acaban de llamar del
trabajo y ya sabes que no puedo decir que no, si termino pronto, te llamo y hacemos algo.
Pude ver, cómo la cara de Marga se apagaba por momentos, en circunstancias normales (para ella) hubiera dejado a Luis en ese preciso instante, pero no fue así, su reacción fue completamente otra. Cogió el móvil y mandó otro mensaje.
-Hola mi amor, no te preocupes lo primero es lo primero, además he tenido una idea, si te parece bien nos vemos en el hotel dentro de una hora.
- ¿Qué ocurre Marga, todo bien? Le pregunté.
- Si, ha habido un cambio de planes, pero está todo perfecto.
Marga preparó una caja con toda la comida que había hecho y se marchó al hotel en el que trabajaba Luis.
Él era el subdirector y si en algún momento al director le surgía algo, a él le tocaba “pringar”.
Marga llegó al despacho y le preparó a Luis un Picnic increíble, Luis no daba crédito, pasaron todo el día juntos, a la noche acompañó a Marga a casa, le dijo que había sido uno de los días más bonitos de su vida y después
se fue. Marga derrochaba felicidad.
Iba pasando el tiempo y cada vez tenían una relación más consolidada.
Llegó el cumpleaños de Marga y Luis también tuvo que trabajar todo el día, pero que no cunda el pánico, una servidora le organizó un fiestón, de los que le gustan a ella. Fue una fiesta de disfraces con sus amigos
cercanos hasta las mil, estaba contenta, pero le faltaba Luis. Sin embargo, tampoco le dejó.
Pasaron un par de meses y le pregunté a Marga porque seguía con Luis, si no era lo que ella siempre había buscado, necesitaba que me lo explicara, y lo hizo.
- Cuando estoy con Luis no me importa nada más, no necesito regalos, no busco que me trate de ninguna manera, porque la forma en la que me mira, el modo en el que me acaricia, me lo dice todo. El día de San Valentín me di cuenta, por primera vez en mucho tiempo lo único que quería era estar con él, en mi cumpleaños más de lo mismo. No me imagino la vida sin él.
Las palabras de Marga se me clavaron en el alma, nunca habría imaginado que ella pudiera cambiar, estaba tan orgullosa de mi amiga, aunque no entendía cómo veía todo eso en Luis, para mí, seguía siendo el tío raro.
Al año siguiente, llegó la sorpresa, Luis le propuso matrimonio a Marga, el día de los enamorados, lo cierto es que se lo preparó genial. Fueron a ver una película al cine, él se fue al baño, y mientras estaban los trailers, de repente, en la pantalla aparecía Luis recorriendo toda la ciudad en busca de un anillo. Cuando lo compraba, iba corriendo al cine y al entrar en la sala, se apagó la pantalla. En ese momento, Luis volvió del baño y pudo ver la cara de shock de Marga, se acercó, le entregó el anillo y le hizo la pregunta mágica.
El sueño de Marga se estaba haciendo realidad, y obviamente le dijo que sí.
Mi amiga, esa que jamás en la vida lo hubiera pensado, se casaba, y yo, estaba casi más alucinada que ella.
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