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jueves, 26 de noviembre de 2020

PABLO

                                                                          PABLO

Día agotador en el trabajo, quedan veinte minutos para terminar y volver a casa, hoy hace justo tres años, tres años desde aquel día. Toda la tarde dándole vueltas, toda la tarde con Ana en su mente. 

Diez minutos y podrá ir a casa junto a ella, los compañeros preguntan quién se apunta a una cerveza, es viernes y se acerca la Navidad, Pablo ni se lo plantea, se escaquea y le manda un audio a ella: 

- “Cariño salgo en cinco minutos, ¿Ya está hecha la cena”? 

Visto y escuchado sin respuesta. 

¿Le habrá pasado algo? ¿Estará todo bien? Se empieza a sentir cada vez más culpable. 

Le quedan cinco minutos para salir y siente como el reloj se detiene, las agujas apenas se mueven, manda otro audio, con la esperanza de escuchar o quizá leer un “Tranquilo, todo va bien” pero el patrón se repite, no obtiene respuesta. 

Sale del trabajo a toda prisa, monta en el coche… 

30, 40, 50…” Ana ¿Qué cojones te pasa”? 

60,70, 80… “Ana, joder, espero que se haya tomado las pastillas” 

90, 100, 110… aparta los ojos un segundo de la carretera, coge el móvil y marca, Ana no responde.

 120, 130…” Joder Ana, ¿Por qué…? 

No puede terminar la frase, cuando se quiere dar cuenta se ha saltado un Stop, tal vez demasiado tarde, a lo lejos suenan sirenas. 

Un último aliento antes de cerrar los ojos, una última palabra, al menos de momento, “Lo siento.”

 

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