Noviembre
Pleno centro de Madrid, a pocos metros de casa, dos coches, policía,
ambulancia, cristales rotos, ruido y frío, mucho frío.
Ella, ajena a todo lo sucedido rumbo a Atocha en un taxi, con una mano en
el vientre y una bolsa de viaje en la otra, sale decidida, nunca se ha sentido
mejor, o al menos, eso cree ella.
Se acerca a la ventanilla para comprar su billete a la felicidad, ve algo en el
suelo, se detiene, ¡Cincuenta euros! “Es mi día de suerte” piensa, mientras
se incorpora la ve, una mujer se está acercando a ella, prácticamente
corriendo.
-“Ana, Ana, ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Pablo?
Quién era ella y por qué no la reconocía, ya estaba ahí y le estaba hablando
a ella, pero qué decía.
- Ana, ¡Reacciona! Exclamó la extraña mujer mientras le estiraba del brazo
¿Qué haces aquí? ¿Y por qué estás sola?
-¿Quién eres? Alcanzo a decir Ana.
- No me lo puedo creer, ¿Te has tomado la medicación? Soy Patricia, ven
vamos a sentarnos, hay algo que deberías ver.
Saca el móvil del bolsillo y
abre un archivo titulado “Mi día a día” en él aparece Ana.
“Mi nombre es Ana, Ana Rodríguez, tengo 34 años y vivo con mi marido,
Pablo.
En el año 2017 murió su padre y él no lo pudo soportar, todo por lo que
habíamos pasado, todas las pesadillas y fantasmas del pasado volvieron a la
vida.
Un día no pudo más y volvió a hacerlo, me dijo que lo necesitaba, que no le
iba a hacer daño, que él “controlaba”, me negué y tomé la peor decisión
que pude, decidí hacerlo, me drogué. Pensé que tal vez, al ver en mí, lo que
yo veía en él, sería más fácil que lo dejara, ojalá hubiera sido tan fácil,
ojalá... pero aquel día, definiría nuestras vidas para siempre.
Aquella sobredosis que me dio, me llevó al coma, estuve al borde de la
muerte durante semanas, pero al final, conseguí salir, sin embargo, desde
entones necesito medicación, sufro alucinaciones y me olvido de quién soy
por momentos. Patricia es la enfermera que me atendió en el hospital, conectó muy bien
con Pablo desde el principio y desde entonces es ella quien me cuida
cuando él va a trabajar. Todos los días me pone este video, el único que he
conseguido grabar para hacerme recordar quién soy.
El video termina y Ana se encuentra prácticamente en estado de shock,
como todos los días cuando lo ve, Patricia ya conoce el procedimiento a
seguir y cuando Ana vuelve en sí, le pide disculpas.
- Ana, discúlpame, tenía que haber ido esta mañana contigo, pero la
discusión con Pablo ayer…Perdóname, vamos a casa.
De camino, Ana enciende el móvil, llama a Pablo, no responde.
De pronto, varias notificaciones, llamadas perdidas de la madre de Pablo y
también mensajes de WhatsApp, aunque solo alcanza a leer el primero en
medio de un profundo y helado escalofrío
“Ana, Pablo está en el hospital”
Patricia y Ana van para allá, Pablo está siendo operado de urgencia, solo
queda esperar.
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