PATRICIA
Hace ya tres años desde que los conocí, tres años desde que le conocí.
Estaba de turno en el hospital cuando ella llegó prácticamente muerta, él
totalmente fuera de sí, solo gritaba a la vez que lloraba, no paraba de correr
y de golpear todo lo que estuviera a su alcance, conseguí calmarle.
Se pasaba día y noche junto a ella, esperando que despertase, no se movía
ni para comer, me llegó al alma.
Con el paso del tiempo me fui acercando a él me recordaba tanto a mi
hermano Jesús, él también es un ex drogadicto.
El día que Ana despertó del coma, me partió el corazón la reacción de ella al
no reconocer a Pablo, la reacción de él al ver lo que había provocado.
Cuando me enteré bien de toda la situación me ofrecí a ser yo quien
estuviera a cargo de Ana, entre Pablo y yo podríamos ocuparnos de ella,
pensamos que poco a poco conseguiríamos que fuera mejorando y eso
parecía.
El día antes del accidente de Pablo, discutimos, todo empezó cuando Ana
apareció y acariciándose el vientre nos dijo que necesitaba descansar, que
el bebé lo necesitaba, le pregunté a Pablo de que estaba hablando y él me
dijo que esa mañana ella había amanecido así y no pudo decirle que no era
cierto, no tuvo el valor.
Me enfadé, me enfadé muchísimo y no entendía por qué, comencé a
gritarle a decirle que no era posible, cuando me di cuenta estaba
profundamente sumida en un beso tan apasionado como doloroso, tan
bonito como triste, tuve que apartarme de un golpe seco o me hubiera
quedado ahí para siempre.
La discusión termino ahí en ese preciso momento, nuestras miradas se
encontraron y salí por la puerta sin mirar atrás.
Al día siguiente era mi
turno para cuidar a Ana, pero mi mente no me dejaba, me había
enamorado de Pablo, sin embargo, no podía hacerle esto a ella, pensé que
lo mejor sería irme unos días de viaje, por lo que preparé las cosas y me fui
rumbo a la estación, allí me encontré con Ana, y el resto de la historia, el
resto… ya lo conocéis