PATRICIA
Estaba de turno en el hospital cuando ella llegó prácticamente muerta, él
totalmente fuera de sí, solo gritaba a la vez que lloraba, no paraba de correr
y de golpear todo lo que estuviera a su alcance, conseguí calmarle.
Se pasaba día y noche junto a ella, esperando que despertase, no se movía
ni para comer, me llegó al alma.
Con el paso del tiempo me fui acercando a él me recordaba tanto a mi
hermano Jesús, él también es un ex drogadicto.
El día que Ana despertó del coma, me partió el corazón la reacción de ella al
no reconocer a Pablo, la reacción de él al ver lo que había provocado.
Cuando me enteré bien de toda la situación me ofrecí a ser yo quien
estuviera a cargo de Ana, entre Pablo y yo podríamos ocuparnos de ella,
pensamos que poco a poco conseguiríamos que fuera mejorando y eso
parecía.
El día antes del accidente de Pablo, discutimos, todo empezó cuando Ana
apareció y acariciándose el vientre nos dijo que necesitaba descansar, que
el bebé lo necesitaba, le pregunté a Pablo de que estaba hablando y él me
dijo que esa mañana ella había amanecido así y no pudo decirle que no era
cierto, no tuvo el valor.
Me enfadé, me enfadé muchísimo y no entendía por qué, comencé a
gritarle a decirle que no era posible, cuando me di cuenta estaba
profundamente sumida en un beso tan apasionado como doloroso, tan
bonito como triste, tuve que apartarme de un golpe seco o me hubiera
quedado ahí para siempre.
La discusión termino ahí en ese preciso momento, nuestras miradas se
encontraron y salí por la puerta sin mirar atrás.
Al día siguiente era mi
turno para cuidar a Ana, pero mi mente no me dejaba, me había
enamorado de Pablo, sin embargo, no podía hacerle esto a ella, pensé que
lo mejor sería irme unos días de viaje, por lo que preparé las cosas y me fui
rumbo a la estación, allí me encontré con Ana, y el resto de la historia, el
resto… ya lo conocéis
Lo siento, me quede con ganas de más....
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