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viernes, 4 de diciembre de 2020

ELLA



No sé de qué color son sus ojos, porque prefiero perderme en la profundidad de su mirada. 

No sé de qué color tiene el pelo, porque prefiero quedarme con su aroma cuando lo tengo entre mis dedos.

 No sé cuánto mide porque prefiero verla acostada a mi lado.
 
No sé cuánto pesa porque me importa más el peso de su cerebro. 

No sé lo que cualquiera sabría de ella, porque ella es mucho más, de hecho, si la miras bien, puedes ver que tras esa fachada de chica dura, está la chica más especial que conozco.



miércoles, 2 de diciembre de 2020

PATRICIA.

                                                                    PATRICIA


Hace ya tres años desde que los conocí, tres años desde que le conocí. 

Estaba de turno en el hospital cuando ella llegó prácticamente muerta, él totalmente fuera de sí, solo gritaba a la vez que lloraba, no paraba de correr y de golpear todo lo que estuviera a su alcance, conseguí calmarle. 

Se pasaba día y noche junto a ella, esperando que despertase, no se movía ni para comer, me llegó al alma. 

Con el paso del tiempo me fui acercando a él me recordaba tanto a mi hermano Jesús, él también es un ex drogadicto. 

El día que Ana despertó del coma, me partió el corazón la reacción de ella al no reconocer a Pablo, la reacción de él al ver lo que había provocado. Cuando me enteré bien de toda la situación me ofrecí a ser yo quien estuviera a cargo de Ana, entre Pablo y yo podríamos ocuparnos de ella, pensamos que poco a poco conseguiríamos que fuera mejorando y eso parecía. 

El día antes del accidente de Pablo, discutimos, todo empezó cuando Ana apareció y acariciándose el vientre nos dijo que necesitaba descansar, que el bebé lo necesitaba, le pregunté a Pablo de que estaba hablando y él me dijo que esa mañana ella había amanecido así y no pudo decirle que no era cierto, no tuvo el valor. 

Me enfadé, me enfadé muchísimo y no entendía por qué, comencé a gritarle a decirle que no era posible, cuando me di cuenta estaba profundamente sumida en un beso tan apasionado como doloroso, tan bonito como triste, tuve que apartarme de un golpe seco o me hubiera quedado ahí para siempre.

 La discusión termino ahí en ese preciso momento, nuestras miradas se encontraron y salí por la puerta sin mirar atrás. 

Al día siguiente era mi turno para cuidar a Ana, pero mi mente no me dejaba, me había enamorado de Pablo, sin embargo, no podía hacerle esto a ella, pensé que lo mejor sería irme unos días de viaje, por lo que preparé las cosas y me fui rumbo a la estación, allí me encontré con Ana, y el resto de la historia, el resto… ya lo conocéis


martes, 1 de diciembre de 2020

1 MES DESPUÉS

                                        Un mes después 


Pablo sigue en el hospital, cuatro costillas rotas, ciento cincuenta y ocho puntos de sutura en la cabeza y algún que otro moratón, pero ha conseguido sobrevivir, parece que hoy le dan el alta.

Patricia y Ana van en su búsqueda, al llegar a casa es momento de hablar, de poner las cartas sobre la mesa, Pablo le pide perdón a Ana, una vez más como cada día y antes de que esta se vaya a dormir deciden grabar un nuevo video, esta vez uno juntos. 

Ana está realmente agotada, se despide de Patricia y de Pablo, acaricia su vientre y se duerme, feliz, o eso cree ella. 

Mientras, Patricia y Pablo en el salón, se miran y se abrazan, Pablo le pide perdón por lo sucedido aquel día de noviembre, ella asiente con la cabeza y una mirada de conformidad a lo que añade: 

“Pablo, no puedo más, debes buscar otra persona, no puedo seguir así, el año que viene me voy a mudar, ya tengo todo mirado en Barcelona” 

Pablo intenta hablar, pero ella le calla. “No Pablo, no…es hora de marcharme, mañana nos vemos y debemos afrontar que ha llegado el momento de decirle a Ana que no está embarazada, no puede seguir con esa alucinación, Pablo, no podemos seguir alimentándolo, quiérela mucho y quiérela bien, porque se lo merece. 

Se acerca le da un beso en la mejilla y se despide, buenas noches.


sábado, 28 de noviembre de 2020

ANA Y PABLO. 3 PARTE.

                                         Noviembre 


Pleno centro de Madrid, a pocos metros de casa, dos coches, policía, ambulancia, cristales rotos, ruido y frío, mucho frío. 

Ella, ajena a todo lo sucedido rumbo a Atocha en un taxi, con una mano en el vientre y una bolsa de viaje en la otra, sale decidida, nunca se ha sentido mejor, o al menos, eso cree ella. Se acerca a la ventanilla para comprar su billete a la felicidad, ve algo en el suelo, se detiene, ¡Cincuenta euros! “Es mi día de suerte” piensa, mientras se incorpora la ve, una mujer se está acercando a ella, prácticamente corriendo. 

-“Ana, Ana, ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Pablo? 

Quién era ella y por qué no la reconocía, ya estaba ahí y le estaba hablando a ella, pero qué decía. 

- Ana, ¡Reacciona! Exclamó la extraña mujer mientras le estiraba del brazo ¿Qué haces aquí? ¿Y por qué estás sola? 

-¿Quién eres? Alcanzo a decir Ana.

 - No me lo puedo creer, ¿Te has tomado la medicación? Soy Patricia, ven vamos a sentarnos, hay algo que deberías ver. 

Saca el móvil del bolsillo y abre un archivo titulado “Mi día a día” en él aparece Ana. 

“Mi nombre es Ana, Ana Rodríguez, tengo 34 años y vivo con mi marido, Pablo. En el año 2017 murió su padre y él no lo pudo soportar, todo por lo que habíamos pasado, todas las pesadillas y fantasmas del pasado volvieron a la vida. 

Un día no pudo más y volvió a hacerlo, me dijo que lo necesitaba, que no le iba a hacer daño, que él “controlaba”, me negué y tomé la peor decisión que pude, decidí hacerlo, me drogué. Pensé que tal vez, al ver en mí, lo que yo veía en él, sería más fácil que lo dejara, ojalá hubiera sido tan fácil, ojalá... pero aquel día, definiría nuestras vidas para siempre. 

Aquella sobredosis que me dio, me llevó al coma, estuve al borde de la muerte durante semanas, pero al final, conseguí salir, sin embargo, desde entones necesito medicación, sufro alucinaciones y me olvido de quién soy por momentos. Patricia es la enfermera que me atendió en el hospital, conectó muy bien con Pablo desde el principio y desde entonces es ella quien me cuida cuando él va a trabajar. Todos los días me pone este video, el único que he conseguido grabar para hacerme recordar quién soy.

 El video termina y Ana se encuentra prácticamente en estado de shock, como todos los días cuando lo ve, Patricia ya conoce el procedimiento a seguir y cuando Ana vuelve en sí, le pide disculpas. 

- Ana, discúlpame, tenía que haber ido esta mañana contigo, pero la discusión con Pablo ayer…Perdóname, vamos a casa.

 De camino, Ana enciende el móvil, llama a Pablo, no responde. De pronto, varias notificaciones, llamadas perdidas de la madre de Pablo y también mensajes de WhatsApp, aunque solo alcanza a leer el primero en medio de un profundo y helado escalofrío 

“Ana, Pablo está en el hospital” 

Patricia y Ana van para allá, Pablo está siendo operado de urgencia, solo queda esperar.




jueves, 26 de noviembre de 2020

PABLO

                                                                          PABLO

Día agotador en el trabajo, quedan veinte minutos para terminar y volver a casa, hoy hace justo tres años, tres años desde aquel día. Toda la tarde dándole vueltas, toda la tarde con Ana en su mente. 

Diez minutos y podrá ir a casa junto a ella, los compañeros preguntan quién se apunta a una cerveza, es viernes y se acerca la Navidad, Pablo ni se lo plantea, se escaquea y le manda un audio a ella: 

- “Cariño salgo en cinco minutos, ¿Ya está hecha la cena”? 

Visto y escuchado sin respuesta. 

¿Le habrá pasado algo? ¿Estará todo bien? Se empieza a sentir cada vez más culpable. 

Le quedan cinco minutos para salir y siente como el reloj se detiene, las agujas apenas se mueven, manda otro audio, con la esperanza de escuchar o quizá leer un “Tranquilo, todo va bien” pero el patrón se repite, no obtiene respuesta. 

Sale del trabajo a toda prisa, monta en el coche… 

30, 40, 50…” Ana ¿Qué cojones te pasa”? 

60,70, 80… “Ana, joder, espero que se haya tomado las pastillas” 

90, 100, 110… aparta los ojos un segundo de la carretera, coge el móvil y marca, Ana no responde.

 120, 130…” Joder Ana, ¿Por qué…? 

No puede terminar la frase, cuando se quiere dar cuenta se ha saltado un Stop, tal vez demasiado tarde, a lo lejos suenan sirenas. 

Un último aliento antes de cerrar los ojos, una última palabra, al menos de momento, “Lo siento.”

 

martes, 24 de noviembre de 2020

ANA

* La siguiente historia está basada en la vida de Ana y Pablo, sin embargo, he decidido contárosla poco a poco, por lo que está dividida en cinco partes, ahora ha llegado el momento de que conozcáis a Ana. Si preferis escucharlo, al final teneis el archivo de audio,tan solo teneis que clicar donde dice ventana externa y darle a reproducir,


                                                                              ANA    

Sentada en el sofá, taza de té en mano y tan solo un ruido de fondo

 tic-tac tic-tac. 

Mente en blanco, por fin después de mucho tiempo, lo ha logrado

 tic-tac tic-tac. 

Conecta con su yo interior y descubre que no está donde quiere estar, que no está siendo feliz. 

tic-tac tic-tac. 

Entonces, se levanta, prepara una bolsa de viaje con lo esencial y se dispone a salir por la puerta cuando de repente… 

tic-tac tic-tac.

 Se da cuenta que no sabe a dónde ir, se da cuenta, que si atraviesa esa puerta lo perderá todo, le quedan no más de diez minutos para tomar la decisión de su vida.

 tic-tac tic-tac. 

Suena el teléfono, audio de WhatsApp, es Pablo:

 - “Cariño salgo en cinco minutos ¿Ya está hecha la cena”? 

Parada frente a la puerta deja caer la bolsa al suelo, todo, le pesa demasiado. 

tic-tac tic-tac. 

Cinco minutos y no habrá vuelta atrás, otro audio de Pablo:

 - “Cariño me has escuchado y no contestas, ¿Por qué no respondes? ¿Estás bien? ¿Le ha pasado algo al bebé? Entonces pone la mano en su vientre, tres minutos y la decisión estará tomada. 

tic-tac tic-tac. 

 Llama Pablo…No responde. 

Vuelve a coger la bolsa, da un suspiro largo de esos que hasta duelen, apaga el móvil, da un paso… 

tic-tac tic-tac 

y un último portazo.